Con la venia de la Presidencia;
La Declaración Universal de los Derechos de los Animales establece que estos tienen derecho a ser respetados e impone al hombre el deber de auxiliarlos; en ese sentido, el artículo 6° del citado documento establece que el abandono a los animales se considerará un acto cruel y degradante.

Bajo este contexto, es de indicar que diversos estudios han comprobado que los animales poseen una conciencia que les permite ser receptivos no solo de los sentimientos propios, sino también ajenos, discernir entre lo bueno y lo malo, así como desarrollar empatía, entre otros rasgos que tradicionalmente se atribuían solo a los seres humanos. Sin embargo, más allá de la evidencia científica que estos estudios puedan aportar, se debe concientizar a la sociedad sobre la necesidad de brindar un trato digno y respetuoso a las distintas especies con las cuales compartimos el planeta, no solo como un imperativo ético sino como algo indispensable para la conservación de la vida y los ecosistemas.

No obstante, lo anterior, en algunas personas sigue prevaleciendo una visión utilitarista respecto de los animales, a los cuales ven no como seres vivos que merecen respeto, sino como cosas que se pueden sustituir por otras una vez que han dejado de servir para determinado propósito, asociado generalmente a la obtención de un beneficio económico. Esta falta de sensibilidad se ve reflejada en una práctica absolutamente inhumana como el abandono de fauna silvestre.

Lamentablemente, se han conocido varios casos en los que una vez que un animal ha llegado a la edad adulta y ya no proporciona las mismas ganancias que solía proveer a través de su explotación comercial, los dueños deciden abandonarlos porque su manutención se vuelve una carga. Otros motivos de abandono son la disminución de la euforia que lleva a los dueños a adquirir un animal y darse cuenta de todas las responsabilidades que implica cuidar a un ejemplar de vida silvestre.

Del mismo modo, las recientes reformas legislativas emprendidas con objeto de evitar el sufrimiento de los animales, como la prohibición del uso de animales en actos circenses, han dado motivos a dueños sin escrúpulos para abandonar diversos ejemplares de fauna silvestre al saber que ya no podrían explotarlos. No podemos dejar de mencionar que a pesar de los esfuerzos de la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente para que no se dieran casos de animales abandonados, muchos de éstos fueron dejados a su suerte en jaulas de traslado sin alimentos, ni agua, o bien, abandonados en las inmediaciones de zonas suburbanas, pudiendo causar un accidente y poniendo en peligro la vida de las personas que eventualmente pudieran ser atacadas por los animales.

De los informes anuales de PROFEPA se desprende que en los años 2015 y 2016 se reportaron 1,091 animales utilizados en espectáculos circenses, de los cuales, para el 2016, 396 fueron dados de baja, 11 por muerte y sólo 29 entregados a la SEMARNAT de manera voluntaria. El dato alarmante es que de los 695 animales restantes, según manifestaciones de la referida autoridad, se estaba evaluando su destino; mismo que podría coincidir con las denuncias de abandono de ejemplares de fauna silvestre realizadas por diversos medios de comunicación.

En ese contexto, destaca el caso denunciado por la PROFEPA de un circo que abandonó hasta 20 de sus animales en un predio del estado de Yucatán.

Estas manifestaciones evidencian dos realidades preocupantes, por un lado la falta de responsabilidad de los dueños y poseedores de los animales, que como ya se refirió, al ya no poder lucrar con el uso de dichas especies, las abandonan; y por otra parte, la falta de una legislación que sancione dichas conductas, lo que potencializa la comisión de las mismas.

En ese sentido, el abandono es una forma de maltrato, debido a que este tipo de animales no pueden proveerse por sí mismos de comida, agua, refugio y bienestar, además de que con el abandono quedan expuestos a todo tipo de agresiones, violencia, lesiones e incluso la muerte.

Por lo anteriormente expuesto en el Grupo Parlamentario del Partido Verde celebramos la aprobación del dictamen que hoy se pone a nuestra consideración, en virtud de que fortalecer la normativa penal en materia ambiental contribuye a procurar el bienestar a otros seres vivos que, como nosotros, sienten y son capaces de sufrir con el dolor, por lo cual tenemos la obligación ética de evitárselos.