Con su venia, diputado Presidente.

Hace 10 años, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se realizó el reconocimiento del Derecho Humano a la Cultura.

Para entender la importancia de su reconocimiento, basta con recordar el significado del concepto de cultura y su desarrollo, partiendo de su naturaleza.

La cultura abarca todas las formas de vida que han existido en el transcurso del tiempo y el medio natural donde se han desarrollado, ya que de este dependen sus características específicas.

Abarca el lenguaje, la literatura, la música, las formas de comunicación, la religión y las creencias, los ritos y las ceremonias, los deportes y juegos, la comida, el vestido y la vivienda, así como las artes, las costumbres y las tradiciones.

Su expresión más sublime es a través de las manifestaciones creativas por las que se trasmiten ideas, prácticas, sentimientos y conocimientos que son objeto de apreciación.

Por ello, y toda vez que el derecho humano a la cultura "refleja y configura los valores del bienestar, la vida económica, social y política de los individuos, los grupos y las comunidades", su incorporación dentro del apartado de los derechos humanos es de suma trascendencia para el logro de la dignidad humana.

Sin la cultura no podríamos concebir el ideal del ser humano libre, liberado del temor y de la miseria, aquel al que hace referencia el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, así como diversos instrumentos internacionales en esta misma materia.

Los derechos humanos culturales conllevan también a participar en la vida cultural, que se refiere a la libertad para ejercer las prácticas culturales y acceder a sus expresiones materiales e inmateriales, así como a gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones.

Pero no solo eso. También a la protección de las creaciones científicas, literarias o artísticas.

Su desarrollo efectivo debe alcanzarse progresivamente y, por ello, es obligación del Estado asegurar la satisfacción de, por lo menos, sus niveles esenciales.

En este orden de ideas, todas las autoridades y los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, incluso los organismos constitucionales autónomos, están obligados a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos culturales en sus respectivos ámbitos de competencia.

Esto es sumamente importante, ya que implica tanto el deber de no interferir en el goce y ejercicio de los mismos, como también el asegurar su desarrollo progresivo a través de la adopción de medidas específicas de cualquier índole.

Compañeras y compañeros diputados:

Hoy, 30 de abril, fecha en que también se celebra el día del niño y de la niña, quiero invitarles a reflexionar respecto a las acciones que debemos emprender para garantizar los derechos esenciales de este sector de la población tan vulnerable.

Recordemos que, dentro de estos derechos, sin lugar a dudas, se encuentra su derecho a la cultura, por lo que es necesario otorgarles contenidos y experiencias que sumen a un desarrollo integral y pleno de su condición.

Es por todo lo anterior que en el Partido Verde celebramos este día tan importante, con el firme compromiso de actuar permanentemente en favor, no solo de todas estas medidas, sino de todo aquello que contribuya a fomentar la búsqueda del desarrollo y el ejercicio puntual y libre de este invaluable derecho.

Es cuánto, Sr. Presidente.

Por su atención, muchas gracias.

PARTIDO VERDE